Una reciente decisión de la Junta Directiva de Rotary International me motiva para dar un voto de aplauso, con la esperanza de que sea el punto de partida para rever muchos programas y, por qué no, políticas, que desde hace muchos años han perjudicado a nuestra organización.

En varios artículos publicados en Vida Rotaria los he puntualizado, tales como la tendencia en la “priorización del hacer en desmedro del ser”, considerar a La Fundación Rotaria como eje central de la acción rotaria, la incorporación masiva de socios (esposas o esposos de rotarios, jubilados sin ninguna actividad, etc.), creación de clubes rotarios, en su mayoría, con la preparación inadecuada de sus miembros, aplicación de técnicas de marketing aplicables al mundo empresarial para “mejorar la imagen” de Rotary y, por último, la tendencia cada vez más visible de fusionar Rotary International con La Fundación Rotaria.

He puesto en negrita una de mis observaciones porque hay un programa especial que motiva este artículo, que nació en la Asamblea Internacional de 2015 como idea y fue lanzada en la Convención de San Pablo, también en 2015: Rotary Global Rewards (Programa de Recompensas para todos), al que felizmente se le ha puesto fin a partir del 1 de julio de 2021, en la reunión virtual de la Junta Directiva de abril de 2020.

Su propulsor, el EVPRI 2015-2016 K.R. Ravindran, era un exitoso empresario de Sri Lanka, se presentaba reconociendo que Rotary no es una empresa, pero –sostenía– “no hay nada que os impida gestionarlo como tal” y advertía que “nuestra marca debe tener un impacto mucho más notorio, especialmente ante quienes no pertenecen a nuestra organización” (Vida Rotaria n.° 452).

En mi artículo “La quimera de los aportes” (Vida Rotaria n.° 456), pocos meses después de la creación del citado programa, lo fustigué con severos conceptos por cuanto hería los principios fundamentales de Rotary, “bastardeando” –decía– mercantilmente su imagen al mezclar su nombre con el de miles de empresas.

No han trascendido las razones por las cuales la Junta Directiva ha tomado esa importante medida. Tal vez la realidad que vio el ex presidente Ravi, como le gustaba que lo nombraran, que exigía cambios en Rotary para mejorar su imagen, ahora no son necesarios. ¿Tenemos ahora otra “realidad”?

¿Tal vez los costos del programa no han redituado lo suficiente para mantenerlo, o habrá habido algún problema con alguna de las empresas adheridas?

La respuesta a esos interrogantes seguramente los hará conocer la Directiva o la Secretaría General. Los rotarios tenemos el derecho a saber lo que pasó.

El ex presidente Ravi, que pretendía mejorar la imagen de nuestra organización, tal vez lo que ha provocado es algo totalmente inverso. Si este programa ocasionó pérdidas a Rotary, ¿rendirá cuentas de su error como prometió cuando dijo: “En Rotary rendimos cuentas a los rotarios que confían en nosotros y nos encomiendan un cargo de responsabilidad”? (Vida Rotaria n.° 452, pág. 23). Ahora, como presidente del Consejo de Fiduciarios de La Fundación Rotaria, ¿tendrá la “joya de Sri Lanka” –como fue distinguido en su país– más cuidado en sus decisiones? 

Él pensaba que Rotary Global Rewards era una herramienta que aportaba beneficios a los rotarios, que lo pensarían antes de irse y era una especie de “anzuelo” para atraer a futuros rotarios por las importantes ventajas que el programa prometía, “una razón para unirse y también para no irse” (parte de su discurso en la Asamblea Internacional de 2015).

Siempre me opuse a la tendencia de aplicar cualquier modelo “marketinero”, sea en programas, disertaciones o charlas. Podemos gastar mucho dinero en carteles publicitarios y mensajes auto elogiosos de nuestros servicios a la comunidad. Pero seguramente quien lo vea o lo lea, después de felicitarnos, tal vez se alejará de nosotros porque, si es una persona solidaria, encontrará muchas otras organizaciones sin fines de lucro, donde podrá colaborar, sin obligaciones de tiempo y costos fijos permanentes.

Sin embargo, los grandes donantes que no son rotarios, lo hacen porque conocen la seriedad, la honestidad y la buena administración de los fondos que entregan, no por nuestros videos o folletos.

Lo que seguramente atraerá nuevos socios es nuestra propia imagen, como rotarios. La sumatoria de nuestras imágenes será la imagen de Rotary. No hacen falta comités, discursos de liderazgo, seminarios sobre imagen o nuevos logos diseñados por expertos que, en los últimos años, han demostrado ser inocuos.